Adán y Eva son los padres de todos los humanos en las religiones abrahámicas. En el Libro del Génesis de la Biblia, así como en el Corán y el Aqdas, son las dos primeras personas creadas por Dios.
La Biblia dice que la Nāḥāš (traducida como serpiente) tentó a Eva para que comiera el fruto prohibido del árbol de la ciencia del bien y del mal en medio del jardín, desobedeciendo el mandato de Dios. Cuando Adán y Eva pecaron, fueron expulsados del Jardín del Edén y maldecidos con dolor, muerte y enfermedad.
En la religión cristiana, la serpiente es el Diablo, un ángel caído y demonio principal, que lleva los títulos de Lucifer («Portador de luz» o «Resplandeciente») y Satanás («Acusador» o «Adversario»).
Adán
El segundo capítulo del Génesis dice que Dios hizo a Adán del polvo de la tierra. Luego, Dios le insufló vida. Dios hizo un jardín, llamado el Jardín del Edén, para que viviera en él y lo cuidara. Adán dio nombre a los animales que Dios creó. Dios no proporcionó ropa a Adán ni a Eva hasta que le desobedecieron. Les dio túnicas hechas de pieles de animales cuando los desterró del Edén. Adán es «El Elegido».
Eva
Dios sabía que los animales no eran amigos suficientemente buenos para Adán, que necesitaba una compañera como él. Así que Dios tomó una costilla de Adán y la utilizó para hacer a Eva (que significa «madre de todos los vivientes»). Adán no le dio este nombre hasta que Dios los desterró del Edén cuando les proporcionó ropa de piel de animal después de que le desobedecieran.
La caída y el castigo
El capítulo tres del Génesis dice que Adán y Eva tenían todo lo que necesitaban en el jardín. Sólo había una cosa que Dios les dijo que no debían hacer: comer del Árbol del Conocimiento; sólo del Árbol de la Vida. La serpiente les dijo que Dios no quiere que ambos sean tan inteligentes como él, así que esto convenció a Eva de desobedecer las órdenes de Dios. Una vez que comieron el fruto prohibido, se vieron obligados a abandonar el Edén. No sólo eso, sino que Dios dijo que las mujeres experimentarían dolor durante el parto, que los hombres tendrían que trabajar duro para cultivar alimentos y que volverían al polvo del que procedían al morir.